Navegar por internet constituye una aventura agotadora. Tanto contenido, tanta producción, tantas ideas que se lanzan y reciben sin mucha deliberación.

Es muy interesante (y a la vez alarmante) considerar esas afirmaciones falsas que muchas veces terminan afectando el orden social.

Las conocemos como teorías conspirativas. Y no se trata de nada nuevo. Han sido parte del devenir humano. Son el reflejo de miedos y tensiones sociales de una época. Desde los antiguos imperios hasta la actualidad, han surgido como intentos de explicar eventos complejos o perturbadores, atribuyéndolos a la acción oculta de grupos de poder. Han moldeado percepciones colectivas, influido en movimientos políticos y, muchas veces, generado consecuencias dramáticas.

La diferencia actual es el alcance y la facilidad con la que cualquier hijo de vecino tiene acceso a los medios digitales. Una idea que se suelta en una reunión presencial tiene una capacidad de expansión y alcances mucho menores. Una palabra vertida en la red multiplica por varios dígitos. Según Stephan Winter, profesor de la Universidad de Kaiserslautern-Landau, en Alemania, hay “una discusión de si las redes sociales son amplificadoras de las teorías conspirativas o si puede ser que sea solo un efecto de la selección. Personas que ya tienen ideas de la conspiración buscan información en las redes sociales porque hay más acceso y menos control de ese acceso. La gente puede publicar sin filtro. Además, en los medios tradicionales hay menos contenido de conspiraciones”.

De todas las teorías conspirativas contemporáneas, sin lugar a duda, aquellas que se relacionan con el control de la población han ganado el mayor protagonismo.

Según estas teorías, gobiernos o corporaciones poderosas están orquestando planes secretos para reducir o controlar la población mundial. Se las asocia con personalidades mundiales como Bill Gates y la familia Rockefeller, y con instituciones políticas como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), por citar algunas.

Ilustración de líderes de una supuesta conspiración mundial.  http://www.gouvernement.fr/on-te-manipule

Se alimenta de la desconfianza hacia las élites globales, los gobiernos y las instituciones internacionales. La fuente principal radica en la concentración de poder. Así la desconfianza hacia organizaciones como la ONU o la Fundación Bill y Melinda Gates se intensifica. Cualquier acción filantrópica se interpreta como parte de una agenda oculta para manipular o controlar a la población.

El gran temor se sostiene, principalmente, en tres de los ejes programáticos que han impulsado los grupos cuestionados:

  1. Agenda 21 , un plan de desarrollo sostenible promovido por la ONU en 1992, que es considerado un intento de reducir la población mundial y establecer un gobierno mundial autoritario.
  2. Vacunas y control de la fertilidad, programa al que se ha acusado (sin pruebas concretas) de ser un pretexto para esterilizar a poblaciones vulnerables o reducir la tasa de natalidad. Estas ideas han ganado popularidad en particular en contextos de desinformación sobre vacunas como las relacionadas con el COVID-19.
  3. Desarrollo de biotecnologías, eje temático en el que se interpretan los avances en la edición genética, la tecnología CRISP y el desarrollo de alimentos genéticamente modificados (GMOs) como una herramienta de las élites para manipular el genoma humano o controlar el suministro de alimentos, con el fin último de regular la población mundial.

Lo que a muchos les pueda parecer como algo pintoresco (un poco de folclore en las redes), para otros constituye una verdad a toda prueba. A pesar que podamos tomarlo como una broma, constituye peligro latente que en cualquier momento se puede activar.

Las teorías conspirativas sobre el control de la población no son inocuas. Fomentan la desconfianza hacia los gobiernos y las instituciones científicas, lo que puede llegar a afectar seriamente a la salud pública y la cohesión social. Ya pasó en plena pandemia del Covid 19 que la propagación de teorías que vinculan las vacunas con el control poblacional contribuyó al escepticismo hacia las vacunas, resultando en la disminución de tasas de vacunación y el resurgimiento de enfermedades prevenibles.

Resulta complejo enfrentar y desactivar estas explicaciones.  

En primer lugar, porque cualquier control de contenidos dentro de la red constituye un esfuerzo muy difícil de acometer, a la vez de constituir una acción cuestionable. Algo así como aplicar una ley mordaza, lo que, a todas luces, es algo indefendible. Más bien la sociedad debiera centrarse en la educación y en el desarrollo de contenidos que, con sustento, pongan en entredicho todo aquello que consideramos peligroso.

A veces mientras más negamos algo, en lugar de deslucirlo, le agregamos más brillo. Hay que partir tomando con seriedad todo aquello que consideramos una gran broma. 

Por Mauricio Jaime Goio.

¿Querés leer más sobre teorías conspirativas? Te dejamos un enlace aquí: https://ethic.es/2023/01/las-diez-teorias-conspirativas-mas-locas-de-la-actualidad/

¿Querés orientaciones para combatir las teorías conspirativas? Aquí en el enlace: https://www.unesco.org/es/articles/combatir-las-teorias-conspirativas-mediante-la-educacion-orientaciones-de-la-unesco-para-los


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