Marta es Argentina, de 85 años, nacida en Tres Arroyos, una ciudad al sur de Buenos Aires. Su madre una migrante vasca que no sabía leer y escribir y que trabajo, hasta su matrimonio, en el servicio doméstico. Su padre, hijo de migrantes vascos, hombre de mucho esfuerzo, que con el tiempo logró tener un camión para ganarse la vida. Criaron a su hija con tanto esmero, como para pagarle clases de piano y pintura. Llegado el momento hicieron un gran esfuerzo para enviarla a La Plata, dónde estudió arquitectura. Con el tiempo Marta se casó y migró a Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, dónde trabajo en el municipio diseñando el plan de desarrollo urbano.
Un ejemplo de lo que fue lo que podríamos llamar la segunda conquista de América. Sin armas ni conflicto ni pillaje. La migración europea de fines del siglo XIX y principios del XX tuvo un impacto definitivo sobre América del Sur, transformando su sociedad, economía y cultura.
En esta época, Europa enfrentaba una serie de transformaciones sociales y económicas. La Revolución Industrial trajo consigo una rápida urbanización, pero también generó tensiones en el campo, donde la mecanización de la agricultura provocó un éxodo rural. Esta primera etapa del capitalismo generó, en esta sociedad en transición, una profunda crisis económica, que se expresó en desempleo y pobreza generalizada. En este contexto, millones de europeos, especialmente del sur y este del continente, decidieron emigrar en busca de mejores condiciones de vida.
Por el otro lado, los países sudamericanos iniciaban un período de crecimiento económico y de consolidación nacional tras las guerras de independencia. Se implementaron políticas para atraer a inmigrantes europeos, quienes, según creían, podrían ayudar en el desarrollo económico, particularmente en la agricultura y en la expansión de las ciudades.
América del Sur no hubiese sido la misma sin esta población que irrumpió en todos sus rincones para transformarla definitivamente. En países como Argentina y Brasil, los inmigrantes europeos jugaron un papel crucial en el desarrollo del sector agrícola. Los italianos y españoles, por ejemplo, se establecieron en las pampas argentinas, donde ayudaron a expandir la producción de trigo y ganado, lo que consolidó a Argentina como uno de los principales exportadores de alimentos en el mundo.
En Brasil, la inmigración europea fue clave para la expansión del café, uno de los productos más importantes del país. Inmigrantes italianos y alemanes, entre otros, se asentaron en estados como São Paulo, donde trabajaron en las plantaciones de café y eventualmente se convirtieron en propietarios de tierras.
La agricultura fue el sector que más recibió el impacto de la inmigración, pero los inmigrantes también participaron en la construcción de infraestructuras urbanas, como el tendido ferroviario y la edificación de fábricas, contribuyendo a la industrialización de ciudades emergentes.
Los inmigrantes trajeron consigo conocimientos técnicos y habilidades que ayudaron al desarrollo de industrias como la metalurgia, la textil y la construcción. Este dinamismo económico transformó a ciudades como Buenos Aires, Montevideo y São Paulo en centros cosmopolitas y pujantes.
Gente que llegó escapando de los males del capitalismo, pero con la mirada puesta en construir una sociedad moderna. No venían a hacerse la América. Venían a hacer América. Como sucedió con los padres de Marta, gente sencilla sin mayor educación, que se esmeraron porque su hija tuviera una educación acorde al desafío. Para que se formaran y aportara a la construcción de una sociedad en la que les hubiera gustado nacer.
Por Mauricio Jaime Goio.

El Hotel de los Inmigrantes cerró sus puertas en el año 1953 y, en 1990, fue declarado Monumento Histórico Nacional.
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Yo soy también nieta de inmigrante, mi abuelo materno llegó de Austria a trabajar en las lanchas a vapor que navegaban los ríos del Beni. Murió en Trinidad de 99 años, el año 1975.
Hermoso artículo
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