En medio de la decadencia de la época, hoy somos felices quienes hemos tenido una vida cantada por Joan Manuel Serrat. Pocos premios tienen sentido en el mundo y pocos los merecen todos como él.

El jurado de la Fundación Premio Princesa de Asturias le ha otorgado el galardón de las Artes “por una trayectoria artística que trasciende la música y se hace referente físico sumando a las letras de sus canciones la fuerza del himno colectivo con voluntad universal, y porque en su trabajo de honda raíz mediterránea se aúnan la poesía y la música al servicio de la tolerancia, los valores compartidos, la riqueza de la diversidad de lenguas y de culturas y el afán de libertad”.

Leonor de Borbón, la princesa de Asturias y heredera del trono del Reino de España, hizo un homenaje a la tierra de su familia materna en presencia de Letizia y su abuela, a su vida feliz en Asturias, a Joan Manuel Serrat y a la esperanza frente al desánimo y el escepticismo, al citar en catalán -el idioma que le valió la censura en tiempos franquistas- una estrofa de la composición “Els veremadors” (Los vendimiadores) del cantautor, escrita hace 60 años:

Pels voltants de setembre

Abans que arribi el fred

Compren el seu bitllet

Pel al tren de l’esperanca.

(traducción del catalán)

En torno a septiembre

Antes de que llegue el frío

Compran su billete

para el tren de la esperanza.

Los vendimiadores, Joan Manuel Serrat, 1964.

Presentándose como «un señor mayor tirando a viejo» el nuevo Premio Princesa de Asturias de las Artes, Joan Manuel Serrat, alertó que cumpliría la advertencia de ser breve como pidió el protocolo del acto:

“Escribir me sirvió para expresarme pero también para comunicarme con los demás, y a fin de cuentas, también para ganarme la vida.

Mi escritura, lo que soy capaz de contar viene sencillamente de la observación; viene de la aplicación de los sentidos, viene de escuchar, viene de oír, viene de mirar, viene de ver, viene de sentir, viene de tocar…

Soy persona partidaria de las vidas propias y ajenas. 

Prefiero los caminos, a las fronteras; la razón, a la fuerza; el instinto, a la urbanidad.

Soy un animal social y racional que necesita de otros hombres, pero más allá de la tribu.

Por tanto, creo en la tolerancia, en el respeto al derecho ajeno, en el diálogo como una manera de resolver los asuntos justamente.

Creo en la libertad, en la justicia y en la democracia, valores que, o van de la mano o que no van.

Y les confieso que no estoy conforme ni a gusto con el mundo y con el tiempo que me tocó vivir recientemente.

Vivimos un tiempo contaminado, hostil, insolidario, donde los valores democráticos y morales han sido sustituidos por las ideas del mercado y donde todo tiene un precio.

No me gusta ser testigo de atrocidades sin unánimes y contundentes respuestas.

No me conformo al ver los sueños varados en la otra orilla del río. ¿Cuánto llegará el tiempo de vendimiar los sueños?-me pregunto de mala gana al ver a los amigos partir antes de cosechar los sueños.

Me gustaría dejar un buen recuerdo en los demás cuando desaparezca y espero no haber llegado hasta hoy sin ser un hombre agradecido con la vida y con mis semejantes…”.

Y como un regalo de gratitud, se despidió mencionando a su esposa Candela, sus padres, sus hijos y sus nietos y cantando uno de sus tantos himnos universales, ante la presencia emocionada también de otros dos grandes referentes de la época del arte consagrado a la libertad, la justicia, la democracia y la solidaridad de las últimas décadas del siglo XX, Ana Belén y Víctor Manuel.

Aquellas pequeñas cosas

Uno se cree que las mató

El tiempo y la ausencia

Pero su tren vendió 

Boleto de ida y vuelta

Son aquellas pequeñas cosas

Que nos dejó un tiempo de rosas

En un rincón, en un papel, en un cajón.

Como un ladrón te acechan

Detrás de la puerta

Te tienen tan a su merced

Como hojas muertas

Que el viento arrastra allá o aquí

Que te sonríen tristes y

Nos hacen que lloremos

Cuando nadie nos ve.

Joan Manuel Serrat en “Mediterráneo”, 1971

Símbolo de un tiempo que se marchó y que dejó huellas imperecederas en generaciones, Joan Manuel Serrat seguirá siendo la voz del trovador que canta a la tierra, al mar, a las raíces, a la amistad, a las causas justas, a los grandes poetas españoles a los que les puso música como Miguel Hernández y Antonio Machado, a los valores más sublimes de la humanidad en las grandes y, especialmente, en las pequeñas cosas que ponen color, sabor y cadencia a la vida.

Por Gabriela Ichaso.


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