¿Incomprensible? Son los demócratas, stupid.

Aclaremos. Trump no es, para nada, un santo devocional, de hecho, hay varios por ahí, «autopercibidos» liberales que lo pegan con carpicola vencida a las causas liberales, sí, al tipo que hace restricciones comerciales y eleva aranceles para «proteger» la industria gringa. En realidad, son los devotos de «la nueva derecha», esos pobres traumados que creen que el conservadurismo puede ser liberal. En fin, al menos sirve para bajarles puntos en el «liberalómetro».

Los demócratas y sus ideas anti libertad (mayores a Trump, claro), fueron directo a la derrota dejando al senil de Biden en la carrera por la re elección. Sabiendo que era un pésimo candidato, cometen el segundo error que es sacarlo de la carrera y poner al que venga: Kamala. Bajo el slogan de que sería «la primera mujer y afro en ser presidente», un combo de merchandising para el progresismo más hueco y vacío, además de único titular para los medios que la apoyaron.

Kamala era un desastre en sus entrevistas, al menos en materia económica decìa ser capitalista, pero el mismo tiempo, su programa de suba de impuestos al capital (distribuido o no) desangraba al creador de riqueza.

Para el resto de nosotros, los mortales de países emergentes (pero emergiendo del lodo para apenas respirar con dificultad), lo que les suceda a los ciudadanos estadounidenses apenas nos resulta una anécdota.

Sin embargo, el hermanito mayor internacional que hace barbacoa con carne procesada, sí tiene actividades que afectan en materia internacional y una de ellas es precisamente su inmensa billetera para guerras en el resto del mundo.

En este punto, con todas sus sombras, sí es preferible un Trump que en su anterior gestión no inició ninguna guerra, y que además para esta elección, considera quitar definitivamente todo apoyo económico a las guerras en curso. Muy diferente a los «progrevacíos» de los demócratas que verbalizando derechos humanos, en la acción real (no verbal) se la pasaron promoviendo guerras y despilfarrando los impuestos de los pagadores en armas y muerte.

Por Pablo J. Maldonado