Este miércoles comienza del Año Nuevo y es costumbre que se nos junten todos los buenos propósitos que dejamos de lado durante el ciclo que termina o que no pudimos llevar adelante por cualquier razón. Naturalmente, hacer lo posible por conservar la buena salud o recuperar la salud perdida aparece entre nuestras prioridades: sin ella, los demás propósitos se vuelven secundarios.

En lugar de objetivos complejos o metas fijas por alcanzar, lo que propongo es incorporar hábitos simples que no demandan demasiada atención aparte de todas las responsabilidades que utilizamos como argumento para postergar cambios positivos: El cuerpo, la mente, el fin de jornada y el espejo nos los agradecerán devolviéndonos la sonrisa de sentirnos definitivamente mejor con ellos.

Beber té verde

El té verde es una alternativa saludable al consumo del café de la mañana, si es que éste te hace daño o bien anticipándote a esa primera taza para despertar. El té verde proporciona energía estable, mejora el metabolismo, es antioxidante favoreciendo a la piel y al equilibro del pH del organismo.

Levantar peso

Las endorfinas que se liberan durante el entrenamiento que incluye levantar de pesas (no necesariamente grandes volúmenes ni enormes pesos) resultan en un antidepresivo natural, mejoran el ánimo y aflojan el estrés. Hacer ejercicio, por insignificante que parezca unos minutos varias veces al día, es la mejor medicina preventiva para la salud corporal, mental y emocional.

Incorporar la buena salud como hábito de vida

Los medicamentos menos usados y más óptimos para el bienestar integral son: el ayuno, el sol (diez minutos diarios de absorción de vitamina D), la higiene del sueño (dormir temprano, libre de electrónicos, pantallas, televisor), el contacto con la Naturaleza, el reemplazo de comidas procesadas por alimentos naturales (saludable para la economía personal también), el ejercicio (donde estés, sin necesidad de gastos en entrenador o gimnasios), toda el agua que sea posible, caminar descalzos por un espacio de jardín, la meditación, reír sin reparos.

Cuidar la piel

El órgano más grande del ser humano es la piel, nuestra cubierta que nos protege del mundo exterior y resguarda nuestro mundo interior físico e intangible. La mejor hidratación es beber agua y aplicarle áloe vera. El consumo de gelatina natural contribuye a su estructura, a la vez de reparar el intestino. El caldo de huesos estimula al colágeno. Dormir bien también es fundamental para el cuidado de la piel.

Moverse tras más de 20 minutos sentado

No importa si lo único que te resulta posible es ponerte de pie y dar dos vueltas alrededor de tu silla o de tu escritorio o si tu trabajo te demanda 8 horas sentado ante un escritorio. Al principio, poné la alarma de tu celular cada 20 minutos pero no dejes pasar más de ese tiempo sin moverte. El ser humano no fue hecho para esa posición, salvo la de sentarse de cuclillas sobre sus pies. Ve la forma de estirarte, girar los brazos y el tronco de tu cuerpo, saltar unos minutos, girar los pies sobre sí mismos 100 veces, cualquier movimiento que te sea posible y que elongue, contraiga y gire tus músculos, tu torso, tu cuello, tus brazos y piernas. Vivir sentado es apurar un motivo para acortar tu salud.

Escribir a mano

El celular o la tableta electrónica han suplantado con eficiencia las actividades manuales y mentales que interconectan nuestras neuronas y nuestras habilidades manuales. Sin embargo, el costo se percibe en el mediano plazo. Hacer que nuestras manos respondan a estímulos cerebrales mantiene nuestras neuronas interconectadas con las terminaciones nerviosas y atentas entre sí. Tome apuntes a mano o anote fechas importantes con una lapicera en su agenda de papel o en una libreta. Haga carpintería. Costure, borde, teja, pinte, dibuje. Recupere los aprendizajes que admira en sus nietos o en sus hijos pequeños. Pase por su corazón de nuevo los estímulos de tranquilidad, orden, secuencia, laboriosidad, prolijidad, satisfacción y tantos otros que hacen tan bien a la coordinación como al alma.

Por Gabriela Ichaso.


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