En tiempos de identidades crispadas y certezas estridentes, el centro político parece haber desaparecido sin estrépito, como una grieta que se agranda en silencio. Este texto explora cómo la emocionalidad, las burbujas digitales y la urgencia permanente transformaron la conversación pública hasta volver casi imposible el matiz —ese espacio frágil donde el desacuerdo no era una amenaza, sino una forma de convivir.
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