El 8 de noviembre de 2025, a la voz de Dios, familia y Patria, Rodrigo Paz Pereira juró en la Asamblea Legislativa como presidente de Bolivia ante la Constitución, los símbolos oficiales, los senadores y los diputados nacionales, las delegaciones diplomáticas y más de 400 invitados personales e institucionales.
Afuera, la ciudad de La Paz lucía como hacía muchos años no se veía. Fue un sábado histórico, marcado por actos republicanos y un sentimiento popular pacífico y aliviado. En agosto, los resultados de las elecciones generales ya habían marcado un cambio de rumbo: el MAS, que gobernó con amplia mayoría parlamentaria los últimos 20 años, redujo su representación a una minoría marginal congresal. Sin embargo, no sería hasta el 19 de octubre después de la segunda vuelta, que la sensación de fin de ciclo dejaría de seguir contaminada de la percepción de que el masismo seguía siendo una amenaza.
Un mes después, cuando algunos «analistas» exigen medidas que no tienen la peregrina idea de cómo se gestan y el tiempo de consensos y acuerdos que demandan, la primera impresión que se manifiesta en la conversación común de la ciudadanía es la de estar viviendo una crisis económica sin miedo al Estado. Y perder el miedo luego de años de extorsiones y persecuciones, es un espacio y ambiente social ganado al pesimismo.
El gabinete del presidente
Liderado por el ministro de la Presidencia, José Luis Lupo, ex candidato vicepresidencial del binomio de Unidad y en la práctica actual “primer ministro” del gobierno de Paz Pereira, el gabinete fue conformado reagrupando funciones en viceministerios y eliminando tres de la estructura heredada por ley del régimen del MAS.
Es un primer paso de un proceso de reingeniería del Estado nacional, el cual únicamente en el ejercicio administrativo es posible reestructurar a fondo como lo plantearon las tres fuerzas políticas mayoritarias presentes en el Órgano Legislativo. Un mes es corto para cambios de fondo y se aguarda una racionalización del aparato burocrático, cual fue el compromiso electoral del PDC.
La presencia de Lupo imprime una impronta de fortaleza institucional técnica y seria en torno al presidente.
El ministro de Economía, José Gabriel Espinoza, a inicios de sus funciones, declaró que no es fácil reclutar a los mejores hombres y mujeres del país para asumir los principales cargos políticos de la administración pública. Producto de 20 años de ejercicio gubernamental basado en favores políticos, con designaciones de personas sin otro perfil que el cuoteo por compromisos prebendales, los profesionales idóneos temen asumir puestos en los que el principal problema es destapar corrupción e involucrarse en procesos judiciales.
Se creó el Ministerio de Turismo Sostenible, Cultura(s), Folklore y Gastronomía con el fin de promover políticas públicas que faciliten un sello nacional a la variada oferta de productos que distinguen a cada rincón del país. A esta premisa le afectan los problemas estructurales de conexión aérea, vial y fluvial, la práctica del bloqueo y las movilizaciones que interrumpen las libertades individuales y colectivas, la carencia de servicios públicos básicos en gran parte del territorio nacional, la burocracia en todos los niveles del Estado, la ausencia de seguridad idónea en fronteras y, en general, en el país.
La provisión de combustible y la falta de dólares
Rodrigo Paz prometió en la campaña electoral que desde el primer día de su mandato la provisión de la gasolina y el diésel serían regularizados. Hasta el 8 de noviembre, el malestar en la población por la falta de combustible y las largas filas, de días y noches, en los surtidores del país era humillante. Durante el discurso de asunción al mando presidencial, Paz Pereira anunció mostrando imágenes en las pantallas de la Asamblea Legislativa que en ese momento ingresaban al país cientos de cisternas para regularizar este servicio básico.
En los meses anteriores a la primera vuelta electoral, el cambio del dólar alcanzó a llegar a 20 bolivianos por unidad de la moneda estadounidense, casi tres veces el cambio de la moneda en la banca y el valor oficial. Un mes después del 8 de noviembre, el valor del dólar en el mercado ronda por debajo de los 10 bolivianos. Aún no se ha solucionado la devolución de los dólares de los ahorristas en el sistema financiero boliviano, como tampoco se ha levantado la restricción del uso de tarjetas de crédito para compras en el exterior y por internet en dólares, limitadas por orden de la gestión del MAS.
Bolivia en el mundo y el mundo en Bolivia
Existe una deuda de varios millones de dólares en el área de la diplomacia boliviana. A la representación del país en embajadas, consulados y organismos internacionales el MAS la dejó impaga desde varios meses anteriores a su salida del gobierno. Los compromisos de cuotas en instituciones donde Bolivia es integrante como la mayoría del conjunto global de naciones, están en rojo.
A decir de un comunicado oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores difundido una semana después del cambio de gobierno, se está “procesando renuncias y ceses de representantes bolivianos en el exterior” de forma ordenada.
La propuesta del presidente Rodrigo Paz fue desplegar una diplomacia con énfasis en la productividad, el comercio exterior y la inversión internacional en Bolivia. La eliminación de visas a países como Estados Unidos e Israel, con los cuales el gobierno del MAS había roto relaciones diplomáticas, es una primera gran señal de la disposición del gobierno a generar la reinserción de Bolivia en el ámbito global sin sectarismos ideológicos pero con una clara posición de rechazo a cualquier gobierno no democrático. También en esta línea, uno de los más graves problemas que enfrenta Bolivia es la lucha contra el narcotráfico y las mafias organizadas internacionales, sobre lo cual y en el entendido que se trata de una política que trasciende fronteras, el país vuelve a la coordinación intergubernamental internacional contra los flagelos globales.
Capitalismo para todos
En un país donde el 85% de la población basa su economía en la informalidad, el capitalismo rige al margen del Estado particularmente en el comercio y el contrabando. Esto afecta con desigualdad a las empresas y a los emprendedores que sí cumplen las obligaciones impuestas por el sistema estatal. El cuestionamiento es estructural. Aún cuando se alivien las imposiciones a la formalidad, ¿de qué manera el informal aceptará regularizar su situación cuando implica someterse a cargas que le facilitan la vida evadiéndolas?
La propuesta de créditos para incentivar la premisa de “capitalismo para todos” tiene obstáculos que resolver. Un ejemplo real es la otorgación de microcréditos por organismos privados de financiamiento, que se encuentran reconocidos por la Ley Nº 393 de Servicios Financieros. La mora por pequeños créditos contraídos por personas es descontada a los oficiales de crédito de las instituciones financieras, quienes se ven presionados a perseguir literalmente hasta sus domicilios o lugares de trabajo a los morosos o pagar en lugar de ellos.
Descentralización 50/50
La propuesta electoral de Rodrigo Paz apunta a una profundización de las autonomías departamentales, municipales, regionales e indígenas hacia un ideal federal. Se trata de una reforma estructural, que requiere la modificación o la sustitución de la Ley Marco de Autonomías y Descentralización, una norma jurídica vigente y que responde al condicionamiento que hace la Constitución para la aplicación formal del modelo autonómico.
Más allá de que hoy las arcas del Estado se encuentran vacías, legado de plomo del MAS, y la gravedad aumentada que el gobierno destapa cada día sobre deudas pendientes del Estado nacional, el lugar de partida para la construcción de la hoja de ruta del proceso de reestructuración autonómica es el Consejo Nacional de Autonomías. Por el giro que se pretende impulsar, la jurisdicción nacional de la suma de 9 autonomías departamentales, 346 autonomías municipales, amerita la creación de un Ministerio de Autonomías. Es demasiado importante para la reorganización ordenada de los servicios y los bienes que requiere la población, así como para reconducir el proceso autonómico aletargado, postergado y re-centralizado de los últimos 20 años.
Estado tranca
Para implementar una política pública que destrabe la enmarañada normativa oficial (estatal/legal) y extorsiva (extraoficial/ilegal), un mes es un día. Lo sensato sería que las nuevas autoridades a cargo de cada dependencia del Estado desentrañen y expongan todos y cada uno de los trámites a los que la ciudadanía se ve obligada a cumplir en toda gestión que requiere de autorizaciones estatales para ser atendida.
Así como los impuestos, ningún cobro a la ciudadanía debería ser producto de reglamentaciones de ninguna institución del Estado sino de leyes deliberadas, aprobadas, sancionadas y promulgadas conforme a la Constitución.
La imagen presidencial
Sin duda, el valor más importante recuperado en la Presidencia de Bolivia es la imagen del primer mandatario. Para quienes se sorprendieron de que Rodrigo Paz Pereira ganara la primera vuelta electoral, cuando muchos seguíamos temiendo la final unificación del atomizado masismo frente a la unidad nunca lograda por la oposición, la búsqueda sobre quién era Rodrigo aparte de hijo del expresidente del MIR, Jaime Paz Zamora, debió saturar las páginas de internet.
Luego de una campaña política acompañado de forma permanente por su esposa y sus cuatro hijos, la familia de Rodrigo Paz ha bajado el perfil de exposición pública. Un punto a favor del presidente, cuyo cargo es personalísimo.
Coherente con su propia vida pública y el pensamiento que ha transmitido desde el inicio de su candidatura, el presidente adoptó un estilo comunicacional directo con la población. Un estilo que antes, durante sus mandatos como diputado, concejal, alcalde de Tarija y senador, no había desplegado. Su hija mayor, Catalina, fue la autora de este vuelco hacia las redes sociales, un vuelco altamente positivo que muestra a un presidente que continúa una vida austera, un mensaje claro y directo, una permanente invocación a la humildad, la transparencia, la determinación. A la vez, en sus actos públicos institucionales no pierde oportunidad de difundir los lugares a los que fue en algún momento de sus cuatro años recorriendo el país en moto y a las personas a las que visitó o que encuentra en pueblos, comunidades, caminos.
Lejos y atrás quedaron los alegatos divisionistas, sectarios, resentidos y falaces de los dos mandatarios del MAS. Hoy Bolivia tiene un presidente que es, ante todo, un ciudadano cumpliendo un servicio público por voto popular y que, lejos de intentar de dar lecciones de política trasnochada, alienta a que la ciudadanía haga la parte que le corresponde.
Las expectativas
El primer mes de gestión del presidente Rodrigo Paz Pereira, sin duda, está acompañado de una percepción clara ciudadana de que el cambio ha comenzado y va por un camino distinto al visto las últimas dos décadas. Es el conjunto del país que parece haber comprendido que la reestructuración estatal no es simple ni cuestión de un mes, que el Estado se encuentra sin recursos económicos para satisfacer las múltiples necesidades demandadas por las regiones y sus habitantes pero que no se volverá atrás al despilfarro ni al abuso contra las autonomías ni a las prácticas repudiables de la compra de conciencias, como se hizo con cúpulas sindicales incrustadas en grupos sociales de toda naturaleza.
¿Falta mucho? Sí, muchísimo. ¿Es hora de cobrar promesas electorales? Es hora de reaprender a construir espacios de diálogo, de propuestas, de acuerdos públicos con participación amplia, de consensos. ¿Es hora de medir a un gobierno por sus promesas electorales? No, claro que no.
Acaba el año 2025 y con él, el año del Bicentenario de Bolivia. El país, a través de su voto popular, logró salir del mal recuerdo para la memoria y para la posteridad. Si no había nada que celebrar como homenaje a la fundación del 6 de agosto de 1825, este primer mes de cambio de ciclo se respira una libertad digna de cuidar, de conversar en familia, en el trabajo, en las universidades, con los amigos… Las expectativas sobre el gobierno de Rodrigo Paz Pereira son enormes y, sin embargo, la más preciada la estamos viviendo: somos libres del yugo autoritario y déspota que quiso imponer como valores el sometimiento, el silencio, la indignidad, el pisoteo de la libertad. Y esa es una narrativa que no pasa sólo por la gestión gubernamental, sino por la reconstrucción de nuestra propia confianza en que es posible ayudar a que todo sea mejor, sin tener que vivir denunciando a cada paso tanta aberración pasada.
En los próximos meses, sería ideal que los anuncios del nuevo gobierno en materia administrativa y económica repercutan directamente en el ciudadano común, aquel para el que la Patria y la familia están también en el tiempo y el dinero que el Estado deja de robarles.
Por Gabriela Ichaso Elcuaz.
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